miércoles, 24 de diciembre de 2008

Higos

Hoy tocaban compras de última hora para la comida y la cena. En la tienda de siempre, esa en la que venden de casi todo, empieza el espectáculo. “¡Qué alto!”, dice la Rolla (llamada así por el rubio de su pelo) “sí, es que la Merche me da bien de comer” contesto con la misma apatía de siempre. “¡¿Hasa dónde vas a llegar?!”, insiste la señora, “he parado de crecer, lo que ocurre es que usted va para abajo”. La frase provoca una carcajada en la Rolla y dos señoras más que esperan en la cola para pagar. Yo no me rio. Una de las que estaba en la cola detrás de mí, se acerca para felicitarme las fiestas. Aprovechando la situación se cuela. Me pregunto si me hubiese dado los besos y aparentado el cariño si ella estaba delante mío en la cola. Espero que sí. Por la calle pasea Antonio con Luisa, su mujer. Son muy graciosos porque gritan mucho cuando hablan, pero también porque me hacen gracia sus sonrisas y sus miradas. Hoy, el baúl de las expresiones graciosas de Antonio estaba cerrado y optó por la clásica broma sobre altos más el plus de haber sido hortelano toda la vida: “¡Yo no iría contigo a coger higos!”. Las higueras y la recogida de su fruto: ese gran clásico. “Yo no iría contigo a coger tomates”, le digo antes de despedirme. Que bonita es la Navidad.

No hay comentarios: