martes, 24 de enero de 2012

Le ha tocado al gordo (de Megaupload)

El gordo de Megavideo y Megaupload guardaba los megas de mucha gente. Kim DotCom daba servicio a muchísima gente. De hecho había acumulado dos decenas y media de petabytes de información de todo tipo. Archivos que infringían mil millones de veces los derechos de propiedad intelectual de miles de obras, películas, series, libros, pero había otros muchos que no.

Permitía compartir archivos y vídeos y daba un servicio fantástico. Después empezaba la parte del servicio que no controlaba. Los usuarios subían todo tipo de archivos y vídeos. Había series y películas en versión original que es imposible comprar en una tienda, capítulos de series al día siguiente con subtítulos al castellano (gracias Danko), un océano de horas de entretenimiento (riáse usted de Sálvame).

La parte técnica, según mi experiencia, es mejor que el que dan algunas plataformas de vídeo on demand por internet como Youzee. Megavídeo cargaba como una flecha y no daba muchos errores. El servicio era magnífico. Muy muy bueno.

Por lo visto el gordo se ha hecho rico. Mucho. Y ha despilfarrado su dinero, quizá porque intuía que le podía pasar lo que le ha pasado, con algunos años menos de cárcel.

Las cuotas que podías pagar para disfrutar de los fantásticos servicios de Megavídeo, descargas ilimitadas, más rápidas, posibilidad de visionado de infinitos minutos de vídeo... eran graciosas. Podías pedir una cuenta para un día, un mes, tres meses, un año o para toda la vida. ¡Para toda la vida! como si fuese... un... No, ya no quedaban cosas para toda la vida. Sólo Megaupload. Y ya ni eso.

De todo el caso podemos llegar a dos posibles conclusiones. Una, la más divertida, es que a todos nos gusta lo gratis, lo robado, aunque para encontrarlo tengas que perder tiempo buscando el archivo en mil sucios y feos foros. Que perdemos nuestro tiempo primero para buscar un/a película/serie/disco/libro y luego para verla sólo para fastidiar los derechos de autor del propietario.

La segunda es que ha existido un fantástico servicio, Megaupload, que proveía de horas y horas de ocio a miles de millones de personas, que les permitía ver lo que ellos querían cuando querían, con una calidad de servicio más que aceptable, y que ha ganado varios miles de millones de dólares en unos años (y que podría haber ganado muchos más). Unos millones de dólares que podrían haber ido a parar a todos los fantásticos creadores cuyas obras queremos ver en casa, sin cortes, a la hora que queramos. Pero no existe eso. Una pena.

Megaupload seguro que tendrá un sucesor porque ofrecía un servicio que los internautas quieren. Ahora hay que ver si su sucesor lo cierra el FBI o hace que se forren de billetes los productores. Tiempo al tiempo.

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